Lluvias durante una tormenta tropical en el aeropuerto de La Habana.
A modo de resumen, podemos decir que en un territorio las precipitaciones pueden estar causadas por fenómenos atmosféricos locales, o bien por fenómenos relacionados con la dinámica de la circulación atmosférica a gran escala.
Así, en las zonas templadas del planeta las precipitaciones están causadas principalmente por los frentes que, procedentes de los océanos, entran en los continentes y producen las lluvias.
En las zonas ecuatoriales (como en las pluvisilvas), la importancia de los fenómenos de circulación atmosférica a gran escala es más secundaria y las precipitaciones dependen más de las condiciones locales, como la capacidad de evapotranspiración de las plantas de la selva, que funcionan como una verdadera bomba de agua desde el suelo hacia la atmósfera, y que tienen un papel destacado en la aparición de nubes locales con un importante desarrollo vertical, que es la causa de las precipitaciones que se producen prácticamente a diario.
Otras veces es frecuente una combinación de ambos factores. Por ejemplo, en la meseta ibérica y en invierno las lluvias aparecen asociadas al paso de frentes procedentes del océano Atlántico, mientras que las tormentas de verano se asocian muchas veces a fenómenos de fuerte evaporación causados por el calor, o a las lluvias orográficas ocasionadas por la condensación del agua en el aire, al encontrarse el viento con una montaña, ascender el aire por su falda, enfriándose, condensando el agua, y creando una nube local que da lugar a una precipitación de tipo tormentoso.
En aquellas zonas donde los frentes procedentes de los océanos no pueden penetrar, o donde no se dan las condiciones locales para la aparición de nubes y precipitaciones, aparecen los desiertos.
Paisaje desértico.