El agua infiltrada en el subsuelo, y que no se evapotranspira, se acumula en los poros, grietas y fisuras de los materiales del terreno donde queda almacenada. A las formaciones geológicas con alta capacidad para almacenar y transmitir el agua se denominan acuíferos (del griego ‘el que trae agua’).
Un acuífero es una roca porosa con los poros llenos de agua. Estas rocas porosas resultaban ser el objeto de búsqueda de los zahoríes, los míticos buscadores de agua con su varita. Eran personas con mucho conocimiento práctico del campo, que identificaban perfectamente bioindicadores relacionados con este tipo de rocas porosas como, por ejemplo, de los tipos de plantas que crecen donde hay agua subterránea, así que muchas veces acertaban, aunque la varita era puro teatro.
Por dos motivos hoy ya no tiene sentido hablar de zahoríes: uno, porque hay instrumentos científicos que detectan el agua subterránea con precisión y a bajo coste; y dos, porque, como consecuencia de lo anterior, prácticamente toda el agua subterránea del planeta está ya localizada.