La clave para avanzar desde este modelo al actual estuvo en la cuantificación. Midiendo el agua de las precipitaciones que llegaban a la cuenca del Sena y comparándolo con su caudal, que ya era conocido por aquel entonces, se encontró una coincidencia, que abrió el ciclo del agua a la atmósfera y lo dejo configurado como el modelo científico que se ha mantenido hasta nuestros días.