Derretemento do permafrost por aumento de temperatura.
El motivo es que el calentamiento global actual ha comenzado a derretir el permafrost bajo un suelo que antes, al estar helado, era firme, y que ahora, con el deshielo en profundidad, se ha vuelto inestable e incapaz de sujetar el arbolado. En Siberia ya está afectada un área de aproximadamente un millón de kilómetros cuadrados, lo que además de poner en peligro este bioma, supone un riesgo para el incremento del calentamiento global. Esta posible contribución al cambio climático se debe a que la cantidad de carbono almacenado en estos suelos se puede desestabilizar con la descongelación, al poder descomponer los microrganismos una materia orgánica antes inaccesible para su metabolismo al estar permanentemente congelada, pasando el carbono a la atmósfera y retroalimentando así el calentamiento global.
En las regiones de climas templados, tenemos los bosques templados, con variantes mixtas con mezcla de especies de hoja caduca y perenne, como ocurre en nuestras fragas. Estos bosques requieren de temperaturas medias y de elevadas precipitaciones. Se ven favorecidos en aquellas regiones templadas en las que son frecuentes los pasos de frentes que dejan abundantes precipitaciones.
Estos biomas son la manifestación de una pauta en el reparto de las precipitaciones, teniendo en cuenta las temperaturas que caracterizan las latitudes en las que se manifiesta. Una de las preocupaciones del calentamiento global es la disminución de precipitaciones, o la presencia torrencial de estas, que puede provocar inundaciones. Según los datos de los que disponemos, en el último siglo las precipitaciones se han incrementado a nivel global casi un 20%, lo que es coherente con un escenario de calentamiento global. Sin embargo, el aumento no se reparte homogéneamente por todas las regiones, subiendo en unas regiones y disminuyendo en otras. Por tanto, los biomas actuales pueden verse alterados por el cambio climático.